Todo tiempo es espacio, finito y circular abierto desde la punta de la palabra. La simiente de las vidas en un lugar de amores y trapos, cae siempre al cajón vacio. ¿Dónde las voces de los perdidos? ¿Dónde el espíritu de los que perdieron la memoria? Allí, el tiempo en el bolsillo de los niños, abierto en sus manos de una eternidad que tiembla en ojos húmedos. Late, sube, cae, viene y va en pedazos que rien y juegan a la orilla de nuestra playa.
Tiempo dentro del tiempo, que algunos buscan en pequeñas dosis, otros ahogados ante un universo que abre su pecho de estrellas. No quiero morir de olvido, de sopor mezquino, de ambigüedades. No quiero que desaparezcan los volantines, los globos de cumpleaños, las piñatas, los amigos, los amores. No quiero lluvia en las despedidas, no quiero cárceles ni gritos, ni lamentos. Quiero tiempo para reclinar mi cabeza en tu cintura, mujer de mis amores, quiero a nuestros hijos siempre y para siempre, quiero mis pies en la tierra, echos raíces, y montañas y viñedos.
Todo tiempo es mi tiempo, único e irrepetible, ancestral y presente, agua que sacia el alma, que la vuelve humana y posible. Corran los cobardes, los orates, los ególatras, los vanidosos, los embusteros. Vuelvan a sus tumbas vacías quienes pierden tiempo, quienes duermen toda la vida, quienes no aprenden a decir "lo siento". Piérdan sus ojos tras los riscos aquellos mensajeros de oscuridad, y vuelvan a la vida aquellos a quienes les dí y quienes me dieron todo el tiempo para vivir en mi pequeño campo de eternidad.
Visión Global
Hace 12 años
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